miércoles, 28 de diciembre de 2016

Reseña de Viaje de Islas por Marioantonio Rosa

Por obra y gracia del verbo:
acercamientos al Viaje de islas de Glendalis Lugo
por Marioantonio Rosa


A nadie quita su voz; es ella la que la brinda al archipiélago construido, convocado, vespertino, total. Desde siempre la poesía le ha saludado con el verbo preclaro y distinto, y eso la sobrevive en su mensaje. Glendalis Lugo, la poeta que amaba iluminarse en la crisálida, en la bendita obsesión del poema, ahora, nos lanza al mar, a su pregunta ingenua a la inmensidad, a su dación de amor, de imágenes, a esa gracia del alma que solo diluvia su presentación a los sentidos. Y he aquí su entrega Viaje de islas pero, es que el poeta es un viajero irreverente, natural, precioso y anónimo; el poeta vierte su lenguaje, solamente de viajes y en fundición de sus propias islas. ¿Acaso no lo hizo George Gordon, el “Lord Byron” que conocemos en metáfora de océanos? ¿No fue Julia de Burgos la que, en su libro El mar y tú desnudaba los puntos cardinales capturando al amado?

La poeta de este libro frutecido de islas en la voz y la palabra, presenta una poesía madura de expresión y nitidez de formas; divaga por la magia en el dulce descaro del que irá más lejos, encontrando su signo. Ya nada piensa; solo deriva en el más allá de una poesía robusta en la imaginación. Habla esta poeta, de nombre Glendalis Lugo o de letras lúdicas que ahora la llaman Siladnelg Lugo, de una propiedad rotunda del ser en el amor y en la vida; ella es la premisa a su gran navegación y a su destino:

                               No soy estática,
no permanezco en jardines
de eternos vientos,
en mi mundo solo mando yo.

De tus manos me desvanezco,
soy hermosa, sin dueño.
Libre,
pero no te impongo mis alas,
puedo sobrevivir días o
milésimas de tiempo,
pero en mis alas nace la eternidad…

(Viajera)



Ya con esta apertura se nos ofrece un libro abundante en la escritura del alma en sus entornos y contornos; un alma escrita en el amor, el abandono, la contemplación de lo vivido; un alma humana que es la de todos, sin elevación o sumisión sino la franca línea divisoria del ser con su respiro, su búsqueda, su aspiración, su duelo o su filo de gozo. Así me detengo, sin querer irme de este gran poema llamado “Amado’’ donde existe una sinfonía nueva, diestra, simple, diáfana y esencial, y cito su brebaje:


Lo amé como se ama un día soleado
después de una tormenta
como se ama la lluvia
rozando un rostro feliz
como se ama la sonrisa tierna de un niño
en primavera…


                                    (Amado)

Y allí mismo en ese velo desgarrado, existe una voz cortada al vacío, un lamento, o esa definición todavía más grande cuando el amor derrota todo miedo o encierro, para seguir siendo infinito. En todo este libro se siguen definiendo coordenadas a un territorio en pronunciación del verbo, de su audacia, de su polaridad exquisita, como Clara Lair, Glendalis nos avisa del rostro conquistado, del rostro Ella-Él-Totalidad, pues es una lectura interior que rebasa la epidermis. Se consiguen en este libro la musicalidad y el buen manejo de imágenes, fieles a la transición sensorial. Ahí el amante es un héroe que deja su cicatriz innata en su frente dejando la nostalgia, es magnánimo, transgresor, felino, luz o descanso. Ahí, la poeta, sin brújula, se descalza ella misma a la irradiación sedienta de su otra parte: anclar en la bahía hecha al amado, a su saludo desnudo para ella.

Quiero cerrar este acercamiento con un poema donde se envuelve el espíritu; es un poema carnal y a la vez vívido de transparencia y me refiero a “Ausente” si bien es cierto que Sor Juana Inés de La Cruz, negada de sus libros, vio en el eucalipto la fronda hacia la vida, mas cierto aún es que este poema derriba todo atisbo de oscuridad, y a pesar de su cierre, que, podría sugerir una quejumbre, se hace majestuoso al verbo y una profunda pertenencia:






            Suelo pisar suelos de angustias
            suelo tropezar con cielos prostituidos
            suelo pesar la sangre de Jesús
            para distribuirla en pobres de espíritu,
            suelo cegarme del amor
            y maldecir las treinta monedas de plata.

            Suelo orar bajito
            para que el enemigo no se entere,
            suelo enterrarme las uñas para despertar
            y tejer el insomnio de verdades,
            suelo pensarte, aunque duela
            y vomite tus promesas en el infierno.

            Suelo recrear la felicidad
            en paredes pardas,
            preguntarme una y mil veces
            los por qué de tu ausencia
            aunque en ellas me haya perdido,
            suelo palidecer en la tarde
            cuando tocan a mi puerta
            y no estás,
            no estás...


             (Ausente)


Glendalis Lugo no es una poeta del amor, es mucho más; es una poeta de los sentidos anclados en la voluntad del ser. Hay un mensaje vivaz en su poética que nos la coloca en una voz intimista, pero sobre y más allá del desnudo. Una poesía que alcanza totalidad cuando nos miramos en ella y distinguimos que, alguna vez, hemos caminado con ese pálpito donde la vida ha volcado su manifiesto.

Entonces, su Viaje a las islas, en esta buena poesía nos empuja a admirar en sí, nuestro continente perdido. Enhorabuena, Poeta.





Marioantonio Rosa
San Juan, Puerto Rico

14 de noviembre 2016.






https://www.amazon.com/Viaje-Islas-Spanish-Glendalis-Lugo/dp/1523653213