Ese día las notas eran bordadas con tristeza,
lágrimas agolpadas en sus ojos eran la premisa
de un llanto inevitable,
agobiado se aferraba a un amigo fiel e incansable,
su amado violín.
Lo tocaba casi invisible,
el dolor desesperado era la musa,
el publico aguardaba su gloria,
mientras su trémula mirada se perdía
en una silla vacía.
Cuantas noches de gloria junto a ella,
su alegría en cada ovación,
sus bellos ojos encandilados
mirándolo con amor,
su violinista era el mejor.
Un día como cruel derrota
el cáncer hizo escena,
derrumbando sueños,
presagiando un final odiado,
aun así jamás falto a un ensayo
acompañada de hermosos pañuelos.
Hoy no existe su mirada encandilada,
la silla aplaude vacía,
y el violinista toca la más triste melodía
perdido en su ausencia,
buscándola entre la ovación del publico
que no tiene idea de lo frágil de su alma sin su musa,
ella era su vida entera.
@ todos los derechos reservados
Lo disfruté en el foro y lo sigo haciendo aquí, una historia de tristeza y de amor hecha poesía, un abrazote Glenn, desde Uruguay con cariño amiga poeta.
ResponderBorrarGracias lylliam me alegra te guste mi blog,abrazos
BorrarSaludos desde PR
ResponderBorrarsaludos angel gracias por visitarme,saludos
BorrarTienes buenas letras. Te felicito.
ResponderBorrarGracias salvador me alegra te guste abrazos
Borrar