Por obra y gracia del
verbo:
acercamientos al Viaje de
islas de Glendalis Lugo
por Marioantonio Rosa
A nadie quita su voz; es ella la que la brinda al
archipiélago construido, convocado, vespertino, total. Desde siempre la poesía
le ha saludado con el verbo preclaro y distinto, y eso la sobrevive en su
mensaje. Glendalis Lugo, la poeta que amaba iluminarse en la crisálida, en la
bendita obsesión del poema, ahora, nos lanza al mar, a su pregunta ingenua a la
inmensidad, a su dación de amor, de imágenes, a esa gracia del alma que solo
diluvia su presentación a los sentidos. Y he aquí su entrega Viaje de islas pero, es que el poeta es
un viajero irreverente, natural, precioso y anónimo; el poeta vierte su
lenguaje, solamente de viajes y en fundición de sus propias islas. ¿Acaso no lo
hizo George Gordon, el “Lord Byron” que conocemos en metáfora de océanos? ¿No
fue Julia de Burgos la que, en su libro El
mar y tú desnudaba los puntos cardinales capturando al amado?
La poeta de este libro frutecido de islas en la
voz y la palabra, presenta una poesía madura de expresión y nitidez de formas;
divaga por la magia en el dulce descaro del que irá más lejos, encontrando su
signo. Ya nada piensa; solo deriva en el más allá de una poesía robusta en la
imaginación. Habla esta poeta, de nombre Glendalis Lugo o de letras lúdicas que
ahora la llaman Siladnelg Lugo, de una propiedad rotunda del ser en el amor y
en la vida; ella es la premisa a su gran navegación y a su destino:
No soy estática,
no permanezco en jardines
de eternos vientos,
en mi mundo solo mando yo.
De tus manos me desvanezco,
soy hermosa, sin dueño.
Libre,
pero no te impongo mis alas,
puedo sobrevivir días o
milésimas de tiempo,
pero en mis alas nace la
eternidad…
(Viajera)
Ya con esta apertura se nos ofrece un libro
abundante en la escritura del alma en sus entornos y contornos; un alma escrita
en el amor, el abandono, la contemplación de lo vivido; un alma humana que es
la de todos, sin elevación o sumisión sino la franca línea divisoria del ser
con su respiro, su búsqueda, su aspiración, su duelo o su filo de gozo. Así me
detengo, sin querer irme de este gran poema llamado “Amado’’ donde existe una
sinfonía nueva, diestra, simple, diáfana y esencial, y cito su brebaje:
Lo amé como se ama un día soleado
después de una tormenta
como se ama la lluvia
rozando un rostro feliz
como se ama la sonrisa tierna
de un niño
en primavera…
(Amado)
Y allí mismo en ese velo
desgarrado, existe una voz cortada al vacío, un lamento, o esa definición
todavía más grande cuando el amor derrota todo miedo o encierro, para seguir
siendo infinito. En todo este libro se siguen definiendo coordenadas a un
territorio en pronunciación del verbo, de su audacia, de su polaridad
exquisita, como Clara Lair, Glendalis nos avisa del rostro conquistado, del
rostro Ella-Él-Totalidad, pues es una lectura interior que rebasa la epidermis.
Se consiguen en este libro la musicalidad y el buen manejo de imágenes, fieles
a la transición sensorial. Ahí el amante es un héroe que deja su cicatriz innata
en su frente dejando la nostalgia, es magnánimo, transgresor, felino, luz o
descanso. Ahí, la poeta, sin brújula, se descalza ella misma a la irradiación
sedienta de su otra parte: anclar en la bahía hecha al amado, a su saludo
desnudo para ella.
Quiero cerrar este
acercamiento con un poema donde se envuelve el espíritu; es un poema carnal y a
la vez vívido de transparencia y me refiero a “Ausente” si bien es cierto que
Sor Juana Inés de La Cruz, negada de sus libros, vio en el eucalipto la fronda hacia
la vida, mas cierto aún es que este poema derriba todo atisbo de oscuridad, y a
pesar de su cierre, que, podría sugerir una quejumbre, se hace majestuoso al
verbo y una profunda pertenencia:
Suelo
pisar suelos de angustias
suelo
tropezar con cielos prostituidos
suelo
pesar la sangre de Jesús
para
distribuirla en pobres de espíritu,
suelo
cegarme del amor
y
maldecir las treinta monedas de plata.
Suelo
orar bajito
para
que el enemigo no se entere,
suelo
enterrarme las uñas para despertar
y
tejer el insomnio de verdades,
suelo
pensarte, aunque duela
y
vomite tus promesas en el infierno.
Suelo
recrear la felicidad
en
paredes pardas,
preguntarme
una y mil veces
los
por qué de tu ausencia
aunque
en ellas me haya perdido,
suelo
palidecer en la tarde
cuando
tocan a mi puerta
y
no estás,
no
estás...
(Ausente)
Glendalis Lugo no es una poeta del amor, es mucho más; es una poeta de los sentidos anclados en la voluntad del ser. Hay un mensaje vivaz en su poética que nos la coloca en una voz intimista, pero sobre y más allá del desnudo. Una poesía que alcanza totalidad cuando nos miramos en ella y distinguimos que, alguna vez, hemos caminado con ese pálpito donde la vida ha volcado su manifiesto.
Entonces, su Viaje a las islas, en esta buena
poesía nos empuja a admirar en sí, nuestro continente perdido. Enhorabuena,
Poeta.
Marioantonio Rosa
San Juan, Puerto Rico
14 de noviembre 2016.
https://www.amazon.com/Viaje-Islas-Spanish-Glendalis-Lugo/dp/1523653213
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